Los
intercambios entre alumnos de diferentes países es una actividad muy
satisfactoria en la mayoría de los casos. Creo que es bastante mejor
que los clásicos viajes de estudios, porque además de visitar los
lugares los chicos se alojan en la casa de los alumnos extranjeros e
igualmente les ofrecen después su propia casa.
Es
una manera de conocer el país al que van de una manera más real y
bastante interesante. Yo por ejemplo he acompañado de esta manera a
mis alumnos a Alemania, Austria y Bélgica, pero en mi instituto en
este curso académico se están realizando intercambios con Holanda y
Polonia.
Otro
día escribiré más cosas sobre los intercambios, pero lo que quería
resaltar hoy es que casi siempre me ha sorprendido el respeto que
tenían los alumnos en estos países, la atención y la participación
en clase. Siempre he quedado gratamente impresionado por el adecuado
comportamiento de esos chicos en sus propias aulas. ¿Por qué?
Quizá porque nuestros alumnos no siempre se portan tan bien.
Pues
bien, resulta que hace unos días vinieron los alumnos polacos a
nuestro instituto y, dentro de sus actividades se encuentra el
asistir a las dos primeras clases de cada día. Es una semana llena
de excursiones, visitas a museos, paseos por Madrid, etc.
Pues
bien, resulta que entonces debían asistir a una clase mía con mis
alumnos de 1º de bachillerato, donde se encuentran los alumnos
españoles que les hospedan en casa. Son unos alumnos académicamente
muy muy buenos, pero a los que es casi imposible callar y mantener
quietos en el aula. A mí la clase me gusta mucho porque está llena
de bromas, comentarios, risas,... pero a la vez se avanza muy bien en
contenidos y sus notas están resultando muy buenas.
Es
decir, la clase es buena, su rendimiento es bueno, pero.... ¿tanto
como para enseñarlo? Me refiero a que.... aunque yo sé que la clase
mantiene un buen nivel no es lo que aparenta. Si alguien entrase en
esa clase y les viese hablar, comentar, moverse,... la imagen no
sería como para presumir.
Pues
con ese “temor” llegue a la clase y..... me los encontré a todos
correctamente sentados, las mesas despejadas, los chicos dispuestos a
comenzar la clase. Me dirigí a nuestros invitados y poco después
comenzamos la clase. Cuál es mi sorpresa al ver que los alumnos
están callados, tomando apuntes, haciendo preguntas en orden,....
una auténtica maravilla. La clase que siempre quise tener, porque el
comportamiento es exquisito y yo sé que el nivel académico que
tienen es bastante elevado.
Al
día siguiente volví a su aula y estaban todos mal sentados, las
mochilas tiradas por el suelo y varios aún de pie cuando ya ya iba a
empezar la clase. De modo que les pregunté y me dijeron:
-”Hombre,
profe, ayer era una cosa, había que quedar bien, que luego no digan
que los españoles no somos educados, pero hoy ya, solo
nosotros...... no querrá que estemos como muebles, no?”
Vamos,
que lo de ayer fue puro teatro....... Y cuando yo estuve con mis
alumnos en las clases alemanes ¿me hicieron otra función? Ahora ya
no estoy seguro.....
Nunca
me imaginé que esa conducta y ese querer quedar bien como grupo,
como instituto, como país iba a salir así del fondo de mis alumnos
sin que nadie se lo pidiese. Me siento muy orgulloso de ellos.
El
colmo ya sería que se portasen así de bien en mis clases......
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