Esta
tarde yo iba conduciendo y llevaba en el coche a mis hijos cuando
hemos pasado cerca de la plaza de Ventas. Había bastante tráfico
porque en estas fechas se celebran corridas de toros casi todas las
tardes y la zona se pone imposible.
El
caso es que una bici nos ha adelantado y se ha colocado al lado entre
dos coches, teniendo que parar porque uno casi la atropella. Yo me he
vuelto a mirar, porque soy de los que piensa que todos deberíamos ir
en bici, pero después creo que no me atrevo. Pienso que en realidad
será eso porque siempre encuentro una excusa para no hacerlo, que sí
dónde guardo la bici, que si la cuesta hacia mi trabajo es muy
empinada, que si tengo que recoger después a mis hijos,...
Volviendo
al tema me he quedado mirando a la bici, y a la joven de la bici y me
he dado cuenta de que la conocía, pero no sabía de qué. Entonces
ella me ha mirado, me ha sonreído y me ha saludado con la mano. Yo
he bajado el cristal y le he preguntado qué tal, a lo que ella me ha
contestado que muy bien, que intentando evitar que la atropellasen.
El caso es que los demás coches se han echado a andar y hemos tenido
que dejar nuestra insulsa conversación seguramente en el momento que
empezaría a ser interesante, por lo que nos hemos despedido.
Al
dejarla atrás uno de mis hijos me ha preguntado quién era y sólo
en ese momento me he dado cuenta que fue alumna mía hará ya 7 u 8
años. Claro, estaba cambiada y era más mayor, tendrá unos 25
años, pero ahora la recuerdo bien y me hubiese gustado preguntarle
qué tal le iba la vida. Ella parece que me reconoció a la primera,
así que supongo que no he cambiado tanto.
Y
al pensar en eso me he acordado, no sé porqué, del caso de esa
mujer que va al dentista y cree reconocer en él a un compañero suyo
del instituto. Como ha pasado tanto tiempo no se atreve a decirle
nada, pero después comprueba el nombre del doctor y llega a la
conclusión de que sí debe ser él porque el nombre no era corriente.
La
siguiente vez que va al dentista decide comentárselo y le pregunta:
- Oye, ¿te llamas Mauricio, ¿verdad?
- Sí, ¿por qué?
- Verás, es que tu estudiaste en el Beatriz Galindo, ¿a que sí?
- Sí, ¿cómo lo sabes?
- Es que yo estaba allí también.
Y
entonces el doctor le preguntó:
- ¿Sí? ¿Y de qué dabas clase?
- ¡¡ !!!
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