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martes, 22 de mayo de 2012

La chica de la bici


Esta tarde yo iba conduciendo y llevaba en el coche a mis hijos cuando hemos pasado cerca de la plaza de Ventas. Había bastante tráfico porque en estas fechas se celebran corridas de toros casi todas las tardes y la zona se pone imposible.

El caso es que una bici nos ha adelantado y se ha colocado al lado entre dos coches, teniendo que parar porque uno casi la atropella. Yo me he vuelto a mirar, porque soy de los que piensa que todos deberíamos ir en bici, pero después creo que no me atrevo. Pienso que en realidad será eso porque siempre encuentro una excusa para no hacerlo, que sí dónde guardo la bici, que si la cuesta hacia mi trabajo es muy empinada, que si tengo que recoger después a mis hijos,...

Volviendo al tema me he quedado mirando a la bici, y a la joven de la bici y me he dado cuenta de que la conocía, pero no sabía de qué. Entonces ella me ha mirado, me ha sonreído y me ha saludado con la mano. Yo he bajado el cristal y le he preguntado qué tal, a lo que ella me ha contestado que muy bien, que intentando evitar que la atropellasen. El caso es que los demás coches se han echado a andar y hemos tenido que dejar nuestra insulsa conversación seguramente en el momento que empezaría a ser interesante, por lo que nos hemos despedido.

Al dejarla atrás uno de mis hijos me ha preguntado quién era y sólo en ese momento me he dado cuenta que fue alumna mía hará ya 7 u 8 años. Claro, estaba cambiada y era más mayor, tendrá unos 25 años, pero ahora la recuerdo bien y me hubiese gustado preguntarle qué tal le iba la vida. Ella parece que me reconoció a la primera, así que supongo que no he cambiado tanto.

Y al pensar en eso me he acordado, no sé porqué, del caso de esa mujer que va al dentista y cree reconocer en él a un compañero suyo del instituto. Como ha pasado tanto tiempo no se atreve a decirle nada, pero después comprueba el nombre del doctor y llega a la conclusión de que sí debe ser él porque el nombre no era corriente.

La siguiente vez que va al dentista decide comentárselo y le pregunta:

  • Oye, ¿te llamas Mauricio, ¿verdad?
  • Sí, ¿por qué?
  • Verás, es que tu estudiaste en el Beatriz Galindo, ¿a que sí?
  • Sí, ¿cómo lo sabes?
  • Es que yo estaba allí también.

Y entonces el doctor le preguntó:
  • ¿Sí? ¿Y de qué dabas clase?
  • ¡¡ !!!

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