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lunes, 21 de mayo de 2012

Las notas y los castigos


Todos sabemos que la utilización de los premios y castigos, o los refuerzos positivos y negativos funcionan para conseguir algunas cosas y, desde pequeños, estamos acostumbrados a ello. Y es natural. El problema con los adolescentes es cuando el castigo se convierte en el único arma.

El otro día una madre me decía que ya no sabía que hacer con su hija para que estudiase más, porque entre semana no salía, estaba todo el tiempo en casa y, por las malas notas, le había prohibido salir el fin de semana. Sólo mantenía los sábados por la mañana en que su hija iba a un centro cultural a hacer unos talleres con amigos y le gustaba mucho, pero la acababa de borrar.

Hace algo más, unas semanas, otra madre me contaba algo parecido y me decía que acababa de quitar a su hijo adolescente del equipo de fútbol, que era lo único que le interesaba y ya no le iba a dejar volver hasta el curso que viene.

Ahondando en el tema otra madre más me decía que tiene a su hijo castigado con no salir y con no utilizar internet, videojuegos y demás. Así, cuando ella se va al trabajo por la tarde se lleva en el bolso el mando de la wii, el mando de la tele, etc.

El problema es que el exceso de castigos a veces se vuelve en contra de los padres. Hay chicos en el instituto a los que se les va castigando con no salir determinados días con sus amigos, a no utilizar los videojuegos, a no estar en tuenti...... y todo va bien. Pero de repente se le castiga a dejar el equipo de baloncesto y todo se tuerce. ¿Porqué?

Supongo que hay que tener cuidado para no pasarse. A veces se puede llegar a eliminar una determinada actividad que es tan fundamental para el adolescente que a partir de ahí, todo le da igual.

Me explico, ¿es necesario que mi primera alumna no pueda ir los sábados por la mañana al centro cultural? ¿de verdad el segundo alumno debe abandonar su equipo de fútbol, cuando ya ha sido castigado previamente con las demás cosas que le gustan? ¿es bueno el clima entre madre e hijo con mi tercer alumno cuando va cargada al trabajo con todos los mandos electrónicos de la casa?

El problema que nosotros vemos en el instituto es que cuando a un chico le castigan con algo que le gusta suele reaccionar y cambiar. Pero si esto no ocurre y le castigan con algo más pueden pasar dos cosas, que sea el revulsivo que buscábamos o que tampoco funcione. Entonces quizá haya que ir buscando otras maneras, a lo mejor necesitamos refuerzos positivos en lugar de negativos.

Pero si le seguimos castigando con las cosas que le gustan llegamos a un punto “de no retorno” en el que el chico dice que ya le da igual y es como un bloqueo. Y después es difícil la vuelta, porque un adolescente enfadado o que se siente injustamente tratado es como una pared.

Un adolescente puede estar en casa, castigado, sentado en un sofá, horas y horas y horas..... Puede estar sin hacer nada casi hasta el infinito. Puede retraerse sobre sí mismo y no tener interés ni por comer. Y no le importa. Es la apatía del adolescente enfadado con el mundo, y entonces los castigos no han servido para nada.

Por eso, aunque el castigo puede ser en algunos casos un buen método de presión para conseguir que el adolescente reaccione, se ponga las pilas y empiece a estudiar, se debe tener cuidado con el objeto del castigo. Aquí aparecen padres y madres que ya no saben qué hacer, porque ya han utilizado todos los castigos que tenían, ya no saben ni con qué amenazar a sus hijos. A veces éstos ya no salen, no se comunican por redes sociales, no juegan a videojuegos ni ven tele,...... pero no hacen nada. Y ahora ya no hay quién les haga estudiar, ahora ya no quieren hacer nada.

Ya sé que es fácil decirlo y difícil hacerlo, ya sé que a veces no se sabe hasta dónde se debe castigar, pero...... ¡¡sin pasarnos, por favor!!! ¡¡Tiene que haber otros métodos!!


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