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jueves, 31 de mayo de 2012

La participación femenina



Desde el punto de vista de un profesor las chicas y los chicos son  ligeramente diferentes. No se puede generalizar porque entonces siempre te equivocas, pero podría ser una tendencia que, sin ningún tipo de connotaciones machistas ni feministas, “casi siempre”, las chicas son más organizadas con sus cuadernos y material de trabajo, hacen mejor las presentaciones, etc.

Con lo que si me atrevo a generalizar después de años de trabajo en un instituto con adolescentes y jóvenes es que las chicas son mucho más participativas. Me explico.

Esta mañana en mi instituto se han colgado en un tablón los premios de un diseño de carteles para anunciar la actuación del grupo de teatro. Pues bien, los cinco carteles premiados corresponden a alumnas. ¿Significa eso que son mejores “diseñadoras”, que dibujan mejor que los alumnos? Puede que sí, puede que sea eso, pero lo que también es comprobable (y lo he comprobado) es que han participado muchísimas más alumnas que alumnos. ¿Por qué?

En un instituto, además de las clases se realizan otras actividades extraescolares, culturales, deportivas, etc. Y, exceptuando en los deportes, la participación femenina es abrumadoramente superior.

En estos años yo he formado parte de un grupo de teatro estudiantil, donde la relación fácilmente era de 5 o 6 chicas por cada chico. Y eso año tras año. También he realizado intercambios culturales con otros países y he llegado a viajar con 16 chicas y 2 chicos. He participado en un periódico del instituto, donde colaboraban 2 alumnos y 9 chicas. Y así podría hacer una lista interminable.

Lo que quiero decir es que las chicas toman parte en muchas más cosas que rodean el instituto que los alumnos. Éstos sólo participan masivamente en los deportes, en los equipos de fútbol y baloncesto..... y aún esto está cambiando y cada vez son más chicas las que se integran en equipos deportivos mixtos o femeninos.

No sé las razones, me gustaría que alguien me lo explicase, pero la realidad hoy en día en un instituto madrileño es que si creas un coro, una orquesta, un grupo de teatro, un periódico, realizas intercambios culturales, participas en torneos de debate, etc... la participación femenina suele ser de tres o cuatro veces superior a la masculina. Y eso significa “la vida” del centro, y por eso hoy agradezco personalmente esa participación femenina tan significativa.

Naturalmente, hay excepciones...... Y muy importantes. Porque sin esas excepciones no encontraríamos voces masculinas para los coros, actores para los personajes, chicos para los intercambios,... Por eso, cuando un alumno participa en todas estas actividades no sólo se beneficia él, sino que nos ayuda a todos los demás.

Pero..... ¿por qué participan mucho más las chicas? No lo sé, y me gustaría saberlo..….. ¡¡ se aceptan opiniones !!!!

lunes, 28 de mayo de 2012

Antes de que cuente diez


Hace unos días escribí lo que sentí al ver en bici a una antigua alumna de hace ya 7 u 8 años. Pues hoy vuelvo a lo mismo. Os cuento el porqué.

La otra tarde estaba con uno de mis hijos esperando en la plaza del 2 de mayo de Madrid y me encontré con unos amigos, así que nos paramos a hablar y mientras un montón de niños se pusieron a jugar al fútbol. La verdad es que ya son mayores como para jugar con el balón en una plaza pero se juntaron 6 o 7 y además, no sé que tiene esa plaza, pero allí todo es diferente, con lo bueno y lo malo.......

El caso es que nosotros andábamos “arreglando el mundo” y yo miraba de reojo el partidazo, cuando veo que mi hijo chuta el balón que va directo hacia una pareja joven que paseaba con un perro tranquilamente y..... naturalmente, el balonazo impactó en la chica. No creo que le hiciese mucho daño pero entonces el perro se lanzó a por mi hijo y éste salió corriendo en dirección contraria. Yo me acerqué a mi hijo y le dije en alto que fuese a disculparse, él no se atrevía por el perro, pero yo le insistí en que fuese a pedir perdón a la señora ahora mismo (para un niño de 8 años hasta una chica de 20 es una señora.....)

Pues en esos momentos él se acerca, ellos retienen el perro, mi hijo se disculpa, la chica le dice que no ha sido nada, la chica y yo nos miramos....... y era una antigua alumna mía!!! Qué impresión!!! Claro, antes mis exalumnos tenían como mucho 19 o 20 años, pero esta chica, que fue alumna mía varios cursos y que yo traté mucho y nos llevábamos muy bien, ya tendrá 25 o 26 años, pasea con el novio y el perro, parecen toda una familia y ….. y es mi exalumna!!!

Claro, es lo normal, es lo lógico, pero..... me ha dado una sensación tremenda decirle a mi hijo que se disculpase con la señora y que ésta fuese mi antigua alumna. En realidad no tendrá más que 25 o 26 años, pero eso significa que le di clase hace unos 10 años....... pues claro!! Cómo pasa el tiempo!!

Por eso hoy me pregunto un poco en broma si ya llevo tantos años dando clase si me haré viejo o si eso me dará más experiencia. Espero que lo segundo.

Y entonces me he acordado de una canción preciosa de Fito, que os recomiendo escuchar a todos. En realidad es una de mis canciones preferidas: “Antes de que cuente diez”.

La canción empieza así:

Puedo escribir y no disimular,
es la ventaja de irse haciendo viejo,
no tengo nada para impresionar,
ni por fuera ni por dentro.”


Y eso es lo que creo, que tengo más experiencia y eso me permite estar más tranquilo, no disimular, no forzar nada,....... No hay ninguna razón para impresionar, sólo para vivir, disfrutar, amar, trabajar, ayudar, sufrir, llorar, reír,.....  y siempre... antes de que cuente diez!!!

miércoles, 23 de mayo de 2012

El acceso a la Selectividad (PAU)


Ayer tuvimos las evaluaciones de 2º de bachillerato y, como cada año, fueron unas reuniones bastante complejas.

Una de las razones de que el curso de 2º de bachillerato sea tan especial es lo pronto que termina y la obligación para los alumnos de aprobar en estas fechas para poder acceder a la carrera que desean hacer. Los que se examinan en la convocatoria de septiembre ya casi no tienen opciones de elegir.

Ayer los resultados no fueron malos, o no tan malos como yo recuerdo otros cursos. Y es que son datos que se nos quedan grabados año tras año por algo que yo entiendo que es un error, y al que contribuimos alumnos, padres y profesores.

Me explico. Cuando estos alumnos que ayer terminaron oficialmente el bachillerato se examinen de selectividad (o prueba de acceso universitaria PAU) y reciban sus notas no sólo las buscarán afanosamente ellos, sino que todos iremos a comprobar sus resultados. Por un lado es normal, sentimos curiosidad, se trata del examen o prueba más importante en lo que llevan de vida,.... pero por otro lado ese exceso de interés por dichas calificaciones puede acarrear complicaciones.

En cualquier otro curso un profesor pone las notas que considera justas después de todo un curso académico y no hay nadie que pueda poner en duda sus decisiones. Pero en 2º de bachillerato, si un profesor aprueba, por ejemplo, a 22 alumnos de clase, se examinan de selectividad y allí sólo aprueban 7 de esos 22...... ¿qué ha pasado? ¿es que el profesor era malo? ¿las clases no fueron buenas? Pues no necesariamente.

Algunas veces un profesor puede aprobar a un alumno que no vaya del todo bien en su asignatura, porque considere que la PAU es una prueba global y que el alumno tiene una madurez suficiente para entrar en la universidad aunque los resultados concretos en su materia no le acompañen. Esto ocurre muchas veces cuando un alumno puede descuidar un poco una asignatura para tratar de aprobarlas todas, o cuando entiende que una no va ser muy importante para él en su vida futura.

¿ Y entonces? Todos los profesores van a comprobar los resultados obtenidos. Y veremos como en unas asignaturas han aprobado la selectividad el 95% de los que se han presentado y en otras un 80% y en algunas apenas un 60%.

Pero no sólo lo mirarán los profesores sino que en las páginas web de cada centro, público, concertado o privado saldrán las estadísticas que muestren que en su centro ha habido un determinado porcentaje de alumnos que han aprobado la selectividad. Y eso será un dato importante para las familias a la hora de elegir colegio o instituto, y para la administración al valorar los diferentes centros académicos.

Entonces, da la sensación de que examinamos a los profesores y a los centros, casi más que a los alumnos. Y eso no debería ser así, porque conlleva que algunos profesores y centros educativos sólo aprueben a los alumnos de los que están prácticamente seguros que van a hacer bien la selectividad, de esa manera van a rozar el 100% de aprobados. Y quedarán muy bien reflejados, aunque quizá las calificaciones hayan sido injustas para algunos alumnos.

Mientras, otros profesores y centros aprobarán a mayor número de alumnos en base a la prueba global, al acceso universitario, pero siempre quedarán peor parados en las estadísticas.

¿Cuál es mejor profesor o el mejor centro? ¿Por qué sólo se miran los resultados de los presentados y no del total de alumnos de la clase original? ¿Por qué no nos olvidamos de “examinar” a los profesores o los centros y nos fijamos en los alumnos?

Y aquí viene mi pregunta, que me encantaría que, si podéis, respondáis:

Tengo 30 alumnos y mi misión es enseñarles a todos mi asignatura. Voy a plantear dos casos muy reales y me gustaría saber en cuál pensáis que lo hago mejor, en el A o en B.

A) De los 30 alumnos, apruebo a 26 y, después, al presentarse a la PAU aprueban 18. En las estadísticas figurará que han aprobado selectividad un 69,2% de los alumnos (18 de 26). Pero en realidad han sido 18 de 30 (60% del total).

B) De los 30 alumnos, soy más exigente y apruebo sólo a 12. De ellos, aprueban selectividad 11. En las estadísticas figurarán que han aprobado un 91,6 % de los alumnos (11 de 12). Pero en la realidad han sido 11 de 30 (36,6 %).

martes, 22 de mayo de 2012

La chica de la bici


Esta tarde yo iba conduciendo y llevaba en el coche a mis hijos cuando hemos pasado cerca de la plaza de Ventas. Había bastante tráfico porque en estas fechas se celebran corridas de toros casi todas las tardes y la zona se pone imposible.

El caso es que una bici nos ha adelantado y se ha colocado al lado entre dos coches, teniendo que parar porque uno casi la atropella. Yo me he vuelto a mirar, porque soy de los que piensa que todos deberíamos ir en bici, pero después creo que no me atrevo. Pienso que en realidad será eso porque siempre encuentro una excusa para no hacerlo, que sí dónde guardo la bici, que si la cuesta hacia mi trabajo es muy empinada, que si tengo que recoger después a mis hijos,...

Volviendo al tema me he quedado mirando a la bici, y a la joven de la bici y me he dado cuenta de que la conocía, pero no sabía de qué. Entonces ella me ha mirado, me ha sonreído y me ha saludado con la mano. Yo he bajado el cristal y le he preguntado qué tal, a lo que ella me ha contestado que muy bien, que intentando evitar que la atropellasen. El caso es que los demás coches se han echado a andar y hemos tenido que dejar nuestra insulsa conversación seguramente en el momento que empezaría a ser interesante, por lo que nos hemos despedido.

Al dejarla atrás uno de mis hijos me ha preguntado quién era y sólo en ese momento me he dado cuenta que fue alumna mía hará ya 7 u 8 años. Claro, estaba cambiada y era más mayor, tendrá unos 25 años, pero ahora la recuerdo bien y me hubiese gustado preguntarle qué tal le iba la vida. Ella parece que me reconoció a la primera, así que supongo que no he cambiado tanto.

Y al pensar en eso me he acordado, no sé porqué, del caso de esa mujer que va al dentista y cree reconocer en él a un compañero suyo del instituto. Como ha pasado tanto tiempo no se atreve a decirle nada, pero después comprueba el nombre del doctor y llega a la conclusión de que sí debe ser él porque el nombre no era corriente.

La siguiente vez que va al dentista decide comentárselo y le pregunta:

  • Oye, ¿te llamas Mauricio, ¿verdad?
  • Sí, ¿por qué?
  • Verás, es que tu estudiaste en el Beatriz Galindo, ¿a que sí?
  • Sí, ¿cómo lo sabes?
  • Es que yo estaba allí también.

Y entonces el doctor le preguntó:
  • ¿Sí? ¿Y de qué dabas clase?
  • ¡¡ !!!

lunes, 21 de mayo de 2012

Las notas y los castigos


Todos sabemos que la utilización de los premios y castigos, o los refuerzos positivos y negativos funcionan para conseguir algunas cosas y, desde pequeños, estamos acostumbrados a ello. Y es natural. El problema con los adolescentes es cuando el castigo se convierte en el único arma.

El otro día una madre me decía que ya no sabía que hacer con su hija para que estudiase más, porque entre semana no salía, estaba todo el tiempo en casa y, por las malas notas, le había prohibido salir el fin de semana. Sólo mantenía los sábados por la mañana en que su hija iba a un centro cultural a hacer unos talleres con amigos y le gustaba mucho, pero la acababa de borrar.

Hace algo más, unas semanas, otra madre me contaba algo parecido y me decía que acababa de quitar a su hijo adolescente del equipo de fútbol, que era lo único que le interesaba y ya no le iba a dejar volver hasta el curso que viene.

Ahondando en el tema otra madre más me decía que tiene a su hijo castigado con no salir y con no utilizar internet, videojuegos y demás. Así, cuando ella se va al trabajo por la tarde se lleva en el bolso el mando de la wii, el mando de la tele, etc.

El problema es que el exceso de castigos a veces se vuelve en contra de los padres. Hay chicos en el instituto a los que se les va castigando con no salir determinados días con sus amigos, a no utilizar los videojuegos, a no estar en tuenti...... y todo va bien. Pero de repente se le castiga a dejar el equipo de baloncesto y todo se tuerce. ¿Porqué?

Supongo que hay que tener cuidado para no pasarse. A veces se puede llegar a eliminar una determinada actividad que es tan fundamental para el adolescente que a partir de ahí, todo le da igual.

Me explico, ¿es necesario que mi primera alumna no pueda ir los sábados por la mañana al centro cultural? ¿de verdad el segundo alumno debe abandonar su equipo de fútbol, cuando ya ha sido castigado previamente con las demás cosas que le gustan? ¿es bueno el clima entre madre e hijo con mi tercer alumno cuando va cargada al trabajo con todos los mandos electrónicos de la casa?

El problema que nosotros vemos en el instituto es que cuando a un chico le castigan con algo que le gusta suele reaccionar y cambiar. Pero si esto no ocurre y le castigan con algo más pueden pasar dos cosas, que sea el revulsivo que buscábamos o que tampoco funcione. Entonces quizá haya que ir buscando otras maneras, a lo mejor necesitamos refuerzos positivos en lugar de negativos.

Pero si le seguimos castigando con las cosas que le gustan llegamos a un punto “de no retorno” en el que el chico dice que ya le da igual y es como un bloqueo. Y después es difícil la vuelta, porque un adolescente enfadado o que se siente injustamente tratado es como una pared.

Un adolescente puede estar en casa, castigado, sentado en un sofá, horas y horas y horas..... Puede estar sin hacer nada casi hasta el infinito. Puede retraerse sobre sí mismo y no tener interés ni por comer. Y no le importa. Es la apatía del adolescente enfadado con el mundo, y entonces los castigos no han servido para nada.

Por eso, aunque el castigo puede ser en algunos casos un buen método de presión para conseguir que el adolescente reaccione, se ponga las pilas y empiece a estudiar, se debe tener cuidado con el objeto del castigo. Aquí aparecen padres y madres que ya no saben qué hacer, porque ya han utilizado todos los castigos que tenían, ya no saben ni con qué amenazar a sus hijos. A veces éstos ya no salen, no se comunican por redes sociales, no juegan a videojuegos ni ven tele,...... pero no hacen nada. Y ahora ya no hay quién les haga estudiar, ahora ya no quieren hacer nada.

Ya sé que es fácil decirlo y difícil hacerlo, ya sé que a veces no se sabe hasta dónde se debe castigar, pero...... ¡¡sin pasarnos, por favor!!! ¡¡Tiene que haber otros métodos!!


viernes, 18 de mayo de 2012

Discusión en el autobús.....


Lo que ocurre cuando uno habla de más, o discute tontamente, es que luego se puede arrepentir. Y ocurre muy a menudo, ¿verdad?

Es como un chiste de los que cuenta uno de mis hijos. Están el primer día en el cole y el nuevo director les da una charla larguísima. Entonces un chico inicia una conversación con la compañera de al lado:
  • Vaya rollo. Me parece que este nuevo director es horrible”.
A lo que la chica contesta:
  • ¿Tu sabes quién soy yo?”
  • Pues no. ¿quién eres?
  • La hija del director”.
Y entonces el chico pregunta:
  • Y tú, ¿sabes quién soy yo?”
  • No”.
  • Pues....... ¡menos mal!”

Pues es como la vida misma. Basta con que discutas con alguien para que, a continuación, le tengas que pedir un favor.

Hará unos 10 días fuimos con los alumnos a ver el Open de tenis de Madrid. Estuvimos en “la caja mágica”, vimos un partido de Serena Williams, asistimos a un entrenamiento de Nadal, reconocimos a un montón de grandes jugadores y pasamos con los chicos un buen día.

A la vuelta íbamos en el autobús con los chicos cantando y esas cosas. De repente, el conductor del autobús se echó a un lado, paró el vehículo y fue como un rayo a por uno de mis alumnos:
  • ¿a ti qué te pasa? ¿es que eres tonto? ¿No sabes qué no se puede caminar por el pasillo cuando el autobús está en marcha? Si freno te pegas un tortazo,...... Etc, etc”

El hombre tenía razón pero ésa no era la manera. Cuando viajamos con alumnos nosotros, los profesores, somos los responsables de ellos, somos como sus padres. Igual que si en el aeropuerto cachean a uno yo tengo que estar presente o si necesita ir al médico yo le acompaño, en el autobús yo soy el responsable.

Por eso, me encaré al conductor y se lo dije,le comenté que tenía razón pero si él veía eso por el espejo me lo debía decir a mí, que yo ya le regañaría. Me parece que él no estaba del todo de acuerdo conmigo, así que el final del trayecto resultó “algo tenso” entre nosotros.

Por norma general yo trato de llevarme lo mejor posible con los conductores, porque de ellos depende gran parte del éxito en nuestras excursiones. Y generalmente ellos tratan de llevarse bien con nosotros porque así todo es más fácil. Pero esta vez no terminó bien del todo. Los dos creíamos tener la razón. Tampoco pasa nada, sólo fue "un pequeño encontronazo".

Pues bien, llegamos, nos despedimos, él se fue con el autobús y yo al instituto con mis alumnos. Y en ese momento, una chica se dio cuenta de que se había olvidado el móvil en el autobús. Busqué los papeles, encontré el teléfono de la empresa, me dieron su móvil y le tuve que llamar, claro.

¿Os imagináis la conversación, verdad? Hola, soy el profe de la excursión, sí, hace apenas 15 minutos, sí, sí,...... Verá, es que una alumna mía se ha dejado el móvil en el autobús. Sí, sí, es que no tienen cuidado, claro....¿Por favor, podría volver a entregármelo? ¿qué tiene otro servicio dentro de nada? Sólo serán 10 minutos, seguro.......Sí, claro, lo entiendo, pero.... ¿no podría...? es que después, luego va a ser mucho más difícil recogerlo..... es un momento, se lo aseguro.....

El hombre cedió, yo “le di mucha coba”.......al final volvió, nos trajo el móvil, le di varias veces las gracias, me miró “perdonándome la vida”, le sonreí......

Y encima acabamos más de media hora tarde y yo no llegué a una comida que tenía apalabrada con unos amigos.

En fin, lo tengo comprobado, en cuanto discutes con alguien le acabas necesitando. Y no hay que ser bocazas...... aunque sigo creyendo que yo tenía la razón...... ¿ O no es así?

El blog, el anonimato, las estadísticas,...... y el agradecimiento.


Ya hace dos meses que comencé este blog y la verdad es que......¡¡¡me gusta hacerlo!! Espero que a vosotros también.....

Supongo que a menudo todos tenemos ganas de decir algo sobre lo que sabemos, en lo que trabajamos, lo que sentimos,..... Normalmente eso forma parte de nuestra vida y lo hablamos con nuestras familias, con nuestros amigos o nuestros compañeros de trabajo... Pero en este caso me facilita el poder contárselo mejor a amigos o personas que habitualmente no veo o, incluso, a desconocidos a los que les pueda interesar.

Poco a poco el blog va tomando forma como lugar para reflexiones sobre educación (ratios, bilinguismo, tutorías,...) y, sobre todo, compartir experiencias reales que suceden hoy, mayo de 2012, en aulas reales de un centro real en Madrid (uso del móvil, celebración de cumpleaños, mentiras, situaciones personales,...). Y no pretende nada más. Creo que puede hacer entender a todos algunas cosas que suceden a diario en un instituto, con los adolescentes, con las familias, con la educación,... y por eso a mí me encantaría que lo leyese mucha gente.

Por ello, os agradezco muchísimo a todos los que lo leéis, a los que lo comentáis y a los que lo pasáis a otras personas.

Debido a la herramienta que me da blogspot tengo una idea aproximada del numero de personas que lo pueden seguir de vez en cuando y...... sin ser una barbaridad, tiene una media de 10 visitas diarias, lo que me parece genial (no sé si siempre serán las mismas, en cuyo caso podíamos quedar a tomar café y lo hablamos,....). Además, mi sorpresa es encontrar visitas de otros lugares del mundo, como Rusia, Alemania, Estados Unidos o Reino Unido, lo cual agradezco y me anima a seguir contando mis historias personales ocurridas en clase.




Precisamente por ser historias personales y reales he preferido mantenerme en el anonimato para no identificar en ningún caso a mis alumnos, por si alguna vez escribo algo que debiera ser silenciado. No obstante, si alguien desease contactar conmigo alguna vez en el perfil aparece una dirección de correo asociada al blog que es: soyprofedeeso@gmail.com

Por tanto, tras estos dos meses “de prueba” en los que llevo escribiendo en este lugar he decidido continuar haciéndolo y quería daros las gracias a los lectores que lo seguís.

Buen fin de semana!!!


lunes, 14 de mayo de 2012

Celebración de cumpleaños


Una de las cosas buenas de mis alumnos es que jamás dejarán de sorprenderme...... Esta mañana de lunes tengo clase a primera hora con mis alumnos de 1º de ESO.

Son mis alumnos más pequeños (12 años y los repetidores 13), los más heterogéneos (hay al menos 8 nacionalidades en la misma clase), los más espontáneos (aún son niños!!!), los más inocentes,..... los más!!!

Las clases con ellos son las más difíciles porque cuesta mucho motivarles, pero también son las más divertidas por su comportamiento, porque son cariñosos,.... Pues bien, entro a primera hora habiendo preparado unas actividades para llevar a cabo en el aula, cuando me vienen dos a pedirme si pueden comerse una tarta en clase. ¿Y eso? ¿Por qué?


Bueno, resulta que le viernes era el cumpleaños de... llamémosla Iris..... y quedaron para celebrarlo. A esta edad y con esta diversidad cultural y de costumbres unos tienen que llegar a casa a las 8 de la tarde, otros a las 9, a las 10 de la noche o incluso más tarde. La conclusión de eso es que unos se fueron antes de llegar a sacar la tarta.

En fin, la tarta es de merengue, se comieron la mitad, la caja se estropeó, este finde ha hecho bastante calorcito, la tarta sigue en la caja, venía junto a las mochilas, está medio aplastada..... pero me lo piden con una ternura tal que, naturalmente, accedo a ello.

- De acuerdo, vamos a comernos la tarta para celebrar el cumpleaños de Iris. Pero lo hacemos en 20 minutos y después seguimos la clase. ¿De acuerdo?
- De acuerdo, profe.
- Bien, podéis repartirla....

Lo que yo no imaginaba es que no teníamos platos, ni servilletas, ni nada de beber,.... Sirvieron la tarta en trocitos de la propia caja, es casi imposible comerse el merengue sin ensuciarse, a uno no le gustaba y quería tirarla,....

- ¿Quieres un poco, profe?
- No, gracias. Acabo de desayunar y no tengo hambre, pero..... gracias y felicidades!!

La mesa del profesor quedó pringada, algunas de las suyas también,..... la verdad es que el suelo también......

Utilicé mi paquete de Klinex para tratar de arreglarlo un poco, le felicitamos, recogimos y.... seguimos con la clase.

Y estaban superfelices!!! Y yo supersorprendido, pero.... también me ha alegrado el día, porque la gente no para de decir cosas extrañas sobre los adolescentes y los jóvenes de hoy que no son verdad.

Este grupo singular hoy me ha ofrecido la ilusión por las cosas sencillas, el cariño hacia una compañera, la espontaneidad y naturalidad que los mayores perdemos,...... y un trozo de tarta de merengue!!!


viernes, 11 de mayo de 2012

La vuelta a Colombia de Henry


Hace unos días escribí sobre la vuelta sus países de origen de los inmigrantes y explicaba cómo se aprecia ese fenómeno en el instituto. Finalmente escribí que me hacía pensar en eso mis conversaciones con un alumno, “llamémosle Henry” y su madre. Pues bien, voy a contaros ese encuentro.

Ese chico, latinoamericano, tiene ahora 13 años y lleva viviendo en España desde los 6, es decir, la mitad de su vida. Está completamente integrado, es buen alumno y es muy buen chico. Hace poco ha sufrido un bajón espectacular en su rendimiento académico, de manera que, aún habiendo aprobado todas las asignaturas en la primera evaluación si no espabila podría tener que acabar repitiendo el curso. Por eso quedé a hablar con la madre de Henry.

Cuando vino su madre para hablar conmigo me contó, resumidamente, que habían pasado una etapa muy mala. Por motivos profesionales la cosa no había ido bien y los últimos meses habían tenido que alquilar una habitación ellos dos en un piso compartido. El encontrarse siempre “encerrados” en la habitación ellos dos solos, madre e hijo, había hecho que saltaran chispas en una relación que siempre había sido muy buena. Quizá la madre no se daba cuenta que, además de eso, está en juego la delicada edad de su hijo, en plena adolescencia.

Ahora las cosas estaban cambiando, su trabajo vuelve a ser más estable y ellos dos se van a ir a vivir a otro barrio con la pareja de ella. Además, Henry va a tener una habitación para él solo, va a poder estudiar y relajarse tranquilamente. Sin embargo, Henry quiere volverse a su país. Y ahí está el problema.
Yo le pregunto si eso es posible y ella me dice que sí, que allí Henry tiene a sus abuelos, a sus tíos,.... Además Henry ha ido a Colombia casi todos los veranos. Y yo entiendo que ahí es donde comienzan las comparaciones. El chico pasa los meses de vacaciones en Colombia, con una familia en sentido amplio, tíos, primos, abuelos, con una vida divertida, con tiempo libre, con juegos, con espacio, y después vuelve a España, a una habitación, con una familia pequeña, a una gran ciudad , con sus problemas, sus agobios, a estudiar,....

Y el chico prefiere irse allí definitivamente. Y su madre se emociona contándome que no sabe qué hacer. Ella aquí y ahora tiene trabajo, tiene pareja, tiene una vida. Aunque no tiene ahorros ni nada parecido. Y si vuelve lo hará con las manos vacías, como vino. Y allí no tendrá trabajo. Ahora su vida está aquí.

Pero sobre todo su vida está con su hijo, y la de su hijo con ella. Porque ella vino hace más de 7 años buscando una vida mejor, una vida más próspera para ella..... y ,principalmente, para su hijo.

No tiene ningún sentido que ella viva en España y su hijo de 13 años en Colombia, o viceversa. Para eso no ha luchado tanto. Para eso no decidió venir hace tanto tiempo.

¡¡Y tiene razón!!

Después hablé con Henry y me cuenta que a él le gusta España, que está bien, que tiene muchísimos amigos españoles, pero...... se quiere ir a Colombia. Le han dicho que allí los estudios son más fáciles, le han dicho que se vive más en la calle, que el tiempo es mejor, que.....

Yo le cuento que eso es difícil para su madre, que tienen una vida aquí, que ella vino para buscar algo mejor, que ahora las cosas parece que han mejorado en el trabajo, en la vida personal...... Y a él le va bien, tiene amigos, va bien en los estudios, tiene posibilidades, oportunidades,....

Y él, muy maduro para sus 13 años, sabe escuchar, lo entiende todo, lo comprende, quiere mucho a su madre y asimila todo lo que han hablado previamente ellos y todo lo que yo le digo ahora.

Pero al finalizar nuestra larga conversación me dice que quiere volver a su país. Pese a todo, lo tiene claro. Y no va a cambiar de idea. Él quiere volver a vivir en Colombia.

Y ahora, ¿qué hace su madre? ¿le envía allí con los abuelos y se queda sola aquí? ¿se vuelven los dos y abandona su trabajo y a su pareja? ¿se quedan aquí todos aunque el chico esté tan convencido?

¡¡¡ Qué difícil decisión !!!!! ¿Tienes claro lo que harías?


jueves, 10 de mayo de 2012

¿me puede suspender, profe?


La verdad es que nunca pensé que un alumno me haría esta pregunta, pero... ¡¡me la acaban de hacer!! En fin, si él quiere..... creo que es fácil concedérselo, verdad? Que poco va a costar hacerle feliz!!
No, en serio, tras la primera sorpresa, la pregunta tiene su razón de ser. Se trata de un alumno de 2º de bachillerato y este curso es, en todos los sentidos, un poco especial. La verdad es que los chicos están a punto de terminar sus clases y se encuentran, como diría Almodóvar, “al borde de un ataque de nervios”.

En este curso no sólo deben aprobar todas las asignaturas en mayo (los que hacen la selectividad en septiembre casi no tienen opciones de estudiar en la universidad) sino que necesitan sacar determinada nota, en función del grado que han decidido estudiar.

Algunos andan luchando por aprobar, como es este caso, y cuando parece que lo van a conseguir se dan cuenta de que la nota que van a tener es menor que la que necesitan para cursar los estudios deseados. ¿Y entonces qué hacen? Mis alumnos suelen elegir el seguir adelante y modificar su intención de estudio, o modificar la elección de la Universidad en dónde estudiar. Sin embargo este chico, llamémosle Julián, ha decidido “perder” un año y volver a intentarlo el curso siguiente. Para ello, aunque estaba a punto de superar el curso, decide dejarlo ahora, suspender y comenzar de cero el curso siguiente.

Ha dejado de venir los últimos días y el último examen lo dejó casi en blanco. Sin embargo, viene a explicármelo y a pedirme que le suspenda. El tenía un 5 en la primera evaluación y un 6 en la segunda, pero con lo mal que hizo el tercer examen.... ¿aún pensaba que iba a aprobar? Me alegra, eso significa que me tiene por un profe muy generoso....¡¡en el fondo me halaga!!

De veras, supongo que es una decisión difícil que habrá tomado en familia. Tan siquiera quiere asegurarse algunas asignaturas, sino que desea suspenderlas todas y atacar el curso completo de nuevo.

Por cierto, ¿qué nota le pongo a Julián? Le pongo un 4 ¿o será mucho?. Es broma, pero creo que se lo tengo que preguntar.

¿Vale la pena “sacrificar” ese curso para intentar estudiar una cosa concreta en la Universidad o es mejor cambiar el Grado a estudiar?

No me parece mal su decisión aunque tampoco es que me encante la idea, pero supongo que es cosa suya. Yo sólo puedo pensar que ójala el curso que viene le salga bien, acabe el bachillerato con buena nota y pueda cursar los estudios que desea!!!

martes, 8 de mayo de 2012

Lo práctico, a veces, está reñido con lo estético

Esta afirmación está básicamente dedicada a los lectores que sean padres. Y con la sana y única intención de revisar nuestras recomendaciones para los hijos. Que lo práctico y lo estético no están siempre de acuerdo es algo claro y, refiriéndonos a los adolescentes, mucho más.

No creo que nadie dude que la estética perseguida por ellos, como los pantalones caídos hasta el extremo, en ningún modo puede ser práctico. Igualmente los pelos tapándose los ojos, etc. Pero eso son decisiones tomadas por ellos, otras nos atañen más a los padres. Un ejemplo para entenderlo:

En un colegio de Madrid, alumnos de 6º de primaria (11-12 años), mochilas con ruedas: 1,2,3,4,........más de 20. Un ruido tremendo de las ruedas arrastrando las mochilas a la salida de clase.

En un instituto de Madrid, alumnos de 1º de ESO (12-13 años), mochilas con ruedas: 1,2,....¿3? . No existe ningún ruido de ruedas debido a las mochilas. ¿Por qué? Porque tanto las mochilas con ruedas como el resto van colgadas de los hombros.

¿Qué quiero decir? Un chico de 6º de primaria lleva la mochila de ruedas porque se la dan sus padres, pero a él le parece bien, le resulta útil y le gusta. Sin embargo, el chico de 1º de ESO lleva la mochila de ruedas porque se la dan sus padres, y quizá le guste el diseño, pero.... no le parece bien. Piensa que le hace parecer más pequeño y procura que no se note. Entonces se carga la mochila a la espalda y añade al peso normal de los libros y material toda la estructura que conlleva el mecanismo de las ruedas.

Por eso, entra en clase con la mochila al hombro, pero baja las escaleras igual, se dirige al metro con la mochila al hombro y va hacia su casa con la mochila al hombro. Porque a lo mejor le ven sus compañeros. Como mucho puede que entre en casa con la mochila apoyada en sus ruedas.

Lo que era para evitar el excesivo peso en las espaldas de un adolescente se convierte en un peso añadido más. No tiene sentido.

Es sólo un ejemplo pero en el instituto se ven muchas cosas útiles que no deben cuadrar con la estética de los chicos y..... que no se usan. Por supuesto, no debería ser así, pero.....¡¡¡ esto es lo que hay!!!

lunes, 7 de mayo de 2012

La vuelta a su país de los inmigrantes


Lo estamos oyendo y leyendo todos los días, pero en algunos momentos se nos hace patente. Sabemos que la tendencia de los últimos años está invirtiéndose y cada vez recibimos en España menor número de inmigrantes, a la vez que un gran número de jóvenes y no tan jóvenes españoles abandonan nuestro país en busca de un futuro mejor en otros lugares.

Un instituto de educación secundaria en Madrid es un lugar perfecto para poder comprobar esa tendencia. Os lo explico.

Durante muchos años la llegada de más y más alumnos provenientes de otros países, principalmente latinoamericanos, ha sido creciente. Yo empecé mis clases allá por el año 1996 y ese primer curso tuve 6 grupos de 3º de ESO. De esos aproximadamente 180 alumnos tan solo eran inmigrantes o de familias inmigrantes 3 o 4 alumnos, es decir, un porcentaje mínimo. Desde ese momento todo fue cambiando hasta superar con mucha facilidad el 20 o 25% del alumnado. De hecho, las clases de ESO, con una ratio de 30 alumnos por grupo comenzaban con 23, 24 o 25 para permitir la incorporación de nuevos alumnos a lo largo del curso escolar.

Así, un grupo que comenzaba con 24 en septiembre crecía a partir de enero, mes en el que jóvenes procedentes de latinoamérica llegaban a vivir a Madrid.

Pues bien, hace unos cuatro años ese flujo se cerró y el grupo, la clase, acababa generalmente con el mismo número de alumnos con el que comenzaba, ya que la llegada de inmigrantes, debido a la crisis, se redujo drásticamente.

El último efecto de esa crisis en nuestra población escolar es el que muestra como algunos de nuestros chicos abandonan el instituto y retornan a sus países de origen. En el último par de años ya no sólo no es necesario dejar “huecos libres” en las aulas para acoger a los recién llegados, sino que si comienzas el curso con 27 o 28 alumnos puedes terminarlo con 25 o 26.

A lo largo de este curso que terminaremos pronto yo habré perdido unos 5 o 6 alumnos de origen extranjero que han abandonado los estudios y nuestra ciudad. Y si la venida podía suponer un cambio drástico en sus vidas la vuelta es, casi siempre, mucho más difícil.

Si la vuelta a sus orígenes se realizase porque se ha conseguido ahorrar un cierto dinero y se desea volver con el poder adquisitivo suficiente para arrancar allí una nueva vida, para instalarse en una vivienda nueva o inagurar un negocio la aventura habría resultado un éxito. Naturalmente, también existieron esos casos, y fueron muchos, hace unos años.

El problema es cuando, después de dejar su país, sus familias y todo lo que tenían para intentarlo aquí, la crisis hace que regresen prácticamente como salieron, sin nada. Es como si hubieran sufrido un fracaso personal y, por eso, tomar esa decisión es muy difícil. Y se nota en los alumnos que lo hacen. Y en sus familias.

No quiero que este comentario sea demasiado extenso, así que escribiré uno nuevo contando el porqué pienso en esto hoy, es decir, mi conversación con un alumno y su madre, al que llamaremos Diego y le situaremos procedente de Colombia.


viernes, 4 de mayo de 2012

¿Todos "los chinos" son iguales?

Bueno, esta pregunta es una pequeña tontería, pero..... es que me hizo mucha gracia un comentario el otro día. Os lo cuento.

Resulta que hay un intercambio con un centro alemán y se encuentran en Madrid dos profesores bávaros con algo más de 30 alumnos. Cada alumno se aloja en una familia y, aunque se realizan muchas actividades conjuntas, como asistir a algunas clases (lengua castellana, de inglés, de educación física,...), visitar museos, realizar excursiones (Toledo, El Escorial,...) el tiempo restante cada familia lo gestiona a su manera.

Por eso, hay quien acompaña a su “alumno alemán” al parque de atracciones, quien le lleva al retiro, o quien le acerca al pueblo familiar. Y lo mismo sucede con los profesores y sus homólogos extranjeros. Al final todos viven una experiencia diferente, conocen mejor el país y sus gentes y les quedan unos recuerdos excelentes.

Además, casi todos los alumnos quieren hacer las mismas cosas, pasear por el centro, comprar recuerdos, visitar el Bernabéu, salir de fiesta y cosas similares, mientras que los profesores prefieren algo más cultural, visitar algún museo o localidad cercana, degustar nuestra gastronomía, asistir a algún espectáculo en la Gran Vía, etc.

Pues bien, un buen amigo mío, que quizá se encuentre entre los lectores ocasionales de este blog me contaba que tenía en casa a una de estas alumnas de unos 15 años. Estaban enseñándole las zonas más bonitas de nuestra ciudad, habían estado con ella “turisteando” y lo pasaban muy bien. En ese momento, deciden parar para comer y le preguntan dónde prefiere hacerlo. Para ayudarle a la elección le comentan qué se puede comer en cada sitio, pero ella contesta:

- “Yo preferiría ir a comer a un chino español”

¡¡Toma ya!!! ¿es que el chino español es diferente al chino alemán? Pues, por supuesto. ¿Y al chino chino? Sospecho que la chica tenía razón y que la comida de un chino español ni se debe parecer a la comida de un chino chino.....

Pero sin problema, fueron a comer a un chico español que tiene unos rollitos de primavera riquísimos......

jueves, 3 de mayo de 2012

El puente de mayo y...... ¡adiós a los puentes!

Acabo de volver del puente de mayo, y ha sido una maravilla. Estuvimos en la playa y, aunque el tiempo no acompañó totalmente, los peques llegaron a bañarse en el mar. ¡Es lo que tiene el Mediterráneo! ¡Y los niños!

Pues bien, creo que los puentes se acaban ya para siempre. O al menos eso se comenta. Por motivos de productividad se está decidiendo no “dar” ese día intermedio entre el fin de semana y el festivo que cae en martes o jueves. De hecho, se ha comentado la idea de pasar todos los festivos a los lunes. Por descontado que no se podrá hacer con la Navidad y otras fechas especiales pero queda decidir si se pueden pasar fechas como el 1 de mayo, S. Isidro, Los Santos, etc.

Como todo en esta vida, hay a quien le parece fantástico y quién se encuentra frontalmente en contra. Supongo que todo depende de si utilizas tus fines de semana largos para desplazarte más o menos cerca, en cuyo caso tendrás muchos más fines de semana adecuados, o si te desplazas a lugares lejanos donde sólo compensa hacerlo para cuatro o más días, y los acabas de perder. También dependerá de si trabajas todos los sábados y no hacías puentes y ahora, por fin, consigues dos días juntos.

Pero sobre lo que yo estaba pensando es en los centros educativos. Si de verdad pasamos los festivos a lunes, a lo largo de un curso escolar nos caerán 7, 8 o más fiestas en lunes. Mientras que no caerá ningún día libre en miércoles, por ejemplo. Entonces..... si yo voy a una escuela de música para aprender a tocar el piano, un día por semana.... ¿elegiré los lunes? O si estudio inglés en una academia dos días por semana... ¿me apuntaré lunes y miércoles o martes y jueves? Igualmente me ocurre con el Conservatorio, la escuela de idiomas, el equipo de fútbol, la piscina municipal,....

Es decir, entiendo que nadie que estudie cualquier asignatura uno, dos o tres días por semana querrá apuntarse los lunes. ¿O me equivoco? Bueno, sí, hay chavales que van a la academia obligados por sus padres...... pero...¿en general?

Y algo parecido puede ocurrir en nuestros institutos. Como es bien sabido, por las concentraciones, las manifestaciones y la denominada marea verde, nosotros impartimos de docencia pura 20 horas semanales. Haciendo el cálculo sencillo, salen 4 horas de docencia cada día. Pero no todos los días son iguales, nuestros horarios no son tan “cuadrados”, o tan “redondos”. Lo normal es que algunos días tengas 5 horas y otros tengan 3, en función de tu asignatura, los grupos de clase, los profesores del departamento, etc. Además, no todas las clases son iguales, yo doy clase desde 1º de ESO hasta 2º de bachillerato, desde niños de 12 hasta jóvenes de 17 años. Y cada profesor tiene sus preferencias, ¿verdad?. Pues bien, cuando repartamos los horarios el año que viene.... ¿quién quiere 5 o 6 horas los lunes? ¿quién quiere sólo 3? ¿Y quién da básicamente bachillerato ese día? Me parece que va a provocar más de un problemilla..... aunque, claro, nada grave!!!

En fin, me encantó este puente de mayo del 2012........ ¡¡ Adiós a los puentes!!
¡¡ de momento!!